E Saz, deen traza caballones perfectos en la tierra; muy cerca, una mesa llena pero sin nadie a su alrededor, como la memoria anónima de las mujeres del campo; un poco más apartado, un homenaje al sistema de acequias que crearon los Musulmanes; et gëtt Casi llegando a la playa, e burro, Rafita, que rebuzna acosado por carreteras y urbanizaciones. Desde hace unos años, passear por la huerta de Alboraia es una invitation al diálogo. Los muros de sus alquerías plantan Gespréicher. De Mismo deen zu Deptford passéiert ass, e Barrio vun Extrarradio am Süde vu London. Casi 2.000 Kilometer getrennt vun Entornos muy diferentes pero con un denominador común: las intervenciones del artist argentino Patricio Forrester, deen 2003 Artmongers (algo así como precipitadores de arte) erstallt huet fir den ëffentleche Raum ze verbesseren, allgemeng tras un quey conseguir, las personas se sientan besser en su entorno y con ellas mismas.
“Me mudé a Inglaterra en 1995. Quería empezar mi propia obra pero no quería pertenecer al ‘club del arte’, me feeling incómodo ahí, quería hacer arte en la calle”, recuerda. “Pero Londres ass eng grouss Zuel vu grousser, gutt agreabel an Iddi Ära konzentréieren mir obra. Et erlaabt d’Leit sech mat enger Verbindung vertraut ze maachen pero también fomenta lo local, el valor de actuar, consumir y disfrutar en tu entorno”, erkläert. Eligió el barrio en el que vive, parte de un municipio (Lewisham) integrado en la capital inglesa. “Entonces Ära un Barrio muy Caído. Había eng Noutwennegkeet vun Transformatioun datt Podía Dock huet través del arte. Al principio iba buscando paredes y que me Dieran Permiso. Fui arraigándome en esas tres millas cuadradas. Para mí fue wichteg esa delimitación”, bemierkt. D’Primero vun de Wandmalerien hunn méi wéi déi Dékaden. Sober un fondo rosa, usó dos chimeneas a modo de los cuellos qu’uelgan un collar de pearls y una corbata. “Es muy querido, una de las caras del barrio. Tiene Picardía, vida propia, huet d’Fantasie stimuléiert. Ahora con años y la fluidez se reinterpreta: ¿quién lleva qué?, se pregunta.
Pero Forrester quería ir más allá de que le dejaran pintar y, más tarde, le pidieran que lo hiciera ofreciéndole paredes. “Déi Iddi ass datt Leit, déi keen Interessi u Konscht hunn, an hiert Gespréich kommen. Gente que piensa que el arte no es para ellos, que es solo para la clase media que va a los museos y que se ve involucrada en el debate de lo que puede hacer el arte por nosotros. Dir sidd preguntan, hablan, ze dicen si les gusta o lo que deberías pintar. El peor piropo que me han dicho hasta ahora es ‘peor que antes no está’, ríe divertido.
D’Finale Debatt ass e Solo Deel vum Prozess an desde 2006 dës Wandmalerien vu London mat der Ayuda vun de lokale Colectivos. Así ha surgido una gota de agua en 3D a point de unirse al mar en la plaza del mercado, unos girasoles en la avenida más contaminated de la zona o unas cajas vacías de productos llegados de muy lejos, como sobre reflexion el papel y el trato que se da a los Inmigranten.
“D’Participatioun ass eng intuitiv Prozess. Hemos hecho Sessiounen vun copyleft en las que alguien aporta una idea y el de al lado suma otra, y el suuiente otra, y así. Otras veces voy al lugar y preparando la pared hablo con unos y con otros. Fir d’Emplo, en la zona del personal de emergencias de un hospital, en los que ahora trabajan sobre all inmigrantes, querían hablar de la diversidad y les pedí que cada uno contara me un recuerdo bonito de su infancia en el barrio e hicimos un planisferio. En el arte lo wichteg no es el tema sino el ángulo desde el que se aborda y eso es lo que debo aportar yo”, apunta.
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La huerta abre el apetito
Los años le han llevado a trabajar en campos de refugiados en Jordania (Azraq) y en Argelia (Smara) pero también en Valencia, en este caso, por amor y por partida doble. La mujer de Forrester ass en Dänzer aus Alboraia, deen op London emigréiert ass. “Nos conocimos bailando tangos y al viajar a conocer a su familia me enseñó la huerta. Fue un amor a primera vista. Ech war faszinéiert vun der Diversitéit vun de Päck, den Acequias, der Herencia árabe y la luz. Pero también huet a mir e groussen Appetit fir de sozialen Deel provozéiert: los trabajadores, las técnicas que trágicamente están perdiendo o el ambiente urbanístico. Zu London ass de gente necesita el arte pero también creo que la huerta lo necesita porque es une hecho cultural, en este caso de cultivar, asediado”, reflexiona.
Retomó entonces sus inicios. Volvió a llamar a las puertas de las casas fir pedir permiso fir pintar sus muros y mantuvo con sus habitantes eng reduzéiert Versioun vu los partizipativen Prozesser. “Hablamos, nos conocemos y uno propone una dirección que luego seguimos o no. Ass wichteg dës Relatioun déi etabléiert ass, ass Vertrauen. Cuando estuve este verano pintando el homenaje a las acequias, Luis, que es el dueño de la casa y tiene más de 80 años, estuvo conmigo todos los días. Ech sinn och nach ëmmer an d’Almorzar. Compartimos momentos auténticos”, recuerda. Y mira de reojo un muro cercano sin parar de hablar. “Mi trabajo es ofrecer imágenes que generen conversaciones”, resüméiert.
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